Después de las merecidas vacaciones de verano me gustaría publicar un artículo sobre un tema que he analizado a fondo y que representa algo muy importante para mí: las nuevas fronteras tecnológicas para la inclusión social.
Es algo que llevo pensando toda mi vida y especialmente desde cuando empecé mi carrera universitaria. En el momento que me vi obligado a decidir la facultad, estaba entre medicina u ingeniería. Dos profesiones muy diferentes.
¿Si la pregunta es porque? Intentaré explicarlo.
Me he criado en una familia con muchas personas ancianas. Hijo único. Educado al respeto y a la educación de forma muy estricta.
Cuando era niño, me encantaba ayudar. En casa a mis familiares, especialmente los más ancianos y fuera, a quien sea. Cuando alguien se hacía daño o no se encontraba bien, yo siempre intentaba ayudarle de alguna manera, y si tenía que medicarle, sin problema, hacía lo imposible para hacerlo sin provocar dolor. Durante los años de mi adolescencia he tenido también ocasión de participar en algunos grupos de voluntariado, tanto para personas mayores que con discapacidad. Una experiencia muy importante. La idea que un día hubiera podido ser médico sin duda ha salido de aquí.
Por otro lado me encantaba la tecnología y cómo funcionaba cada cosa. De pequeño me llamaban “Ercole Rompa”, por qué todos los juguetes que me regalaban duraban muy poco visto qué al rato los habría para ver dentro. En la edad pre adolescente me enganché al mundo de la radio y de la televisión, fascinado por las antenas y el hecho de recibir una señal donde sea. Tenía un pequeño laboratorio en mi trastero donde experimentaba con radios antiguas y construyendo antenas de red metálica. Pasaba siempre más tiempo trabajando en proyectos enfocados en mejorar la recepción. La idea que un día hubiera podido ser ingeniero sin duda ha salido de aquí.
Con los años la tecnología y las telecomunicaciones ganaron terreno a la medicina y al final para mi carrera universitaria decidí por ingeniería electrónica con especialización telecomunicaciones. No obstante, manteniendo siempre vivo mi interés para la medicina y en particular modo, la aplicación de la tecnología en la medicina para facilitar la vida a las personas con minusvalía.
Después de casi 30 años trabajando en el mercado de las telecomunicaciones, con la experiencia acumulada en cientos de proyectos en el mundo y considerando los cambios de nuestra vida afectada por la pandemia del covid 19, llego a la conclusión que ahora es el momento más oportuno para analizar las nuevas fronteras tecnológicas para la inclusión social.
El desarrollo de las nuevas redes de telecomunicaciones y no hablo solo del 5G, me refiero también a la conectividad Fixed Wireless Access y fibra, van a brindar una conectividad capilar con capacidades y una baja latencia impensables hace unos años, permitiendo la integración de dispositivos y servicios en la red a través de plataformas en la nube. Gran capacidad de red significa gran capacidad de elaboración. Baja latencia, posibilidad de elaboración en tiempo real.
¿Qué significa esto? La posibilidad de extender todo lo que antes era local a remoto mejorándolo considerablemente e implementar soluciones dotadas de Inteligencia artificial capaces de tomar decisiones en tiempo real en cualquier lugar.
Las redes de telecomunicaciones de nueva generación servirán para mejorar la inclusión social gracias a su capacidad de potenciar la tele-asistencia, la telemedicina y todos aquellos servicios de interés social. Llevar a un nivel superior el machine to machine u el IOT.
Redes de este tipo son los pilares donde se construirá el futuro tecnológico social.
¿Ahora la pregunta es: cuáles son las nuevas fronteras tecnológicas para la inclusión social?

En primer lugar, adaptar la tecnología para que sea asequible para todos. Hoy hay distintas soluciones muy avanzadas y desde luego importantísimas para ayudar las personas necesitadas, pero si vemos los precios, desde luego no son para todos los bolsillos. Aplicar una estrategia de “design to cost” es fundamental. Se trata también de masificar él uso de la tecnología a través de canales de marketing y ventas apropiados, para poder aplicar una reducción de costes por volumen.
Tiene que ser multi-idioma para aquellas aplicaciones que se fundan en la interactividad entre personas.
Otro punto fundamental es mejoras los centros de I+D+I en el estudio continuo de la electrónica y los materiales para que estas soluciones sean las más sencillas y manejables.
Otra frontera muy importante es cambiar las ciudades y las zonas donde vivimos para que faciliten la introducción de este tipo de tecnología. Me refiero no solo a las zonas urbanas, sino a las suburbanas y rurales. Transportes, viabilidad, infraestructuras. Hay todavía muchas barreras para destruir.
Nos esperan años muy interesantes y de cambio. Estamos en un proceso imparable que ha sido empujado ulteriormente por la pandemia. Nos ha hecho parar y pensar mucho en nuestras vidas y en las vidas de los demás. Hemos experimentado una serie interminable de errores debidos a una situación sin precedentes en tiempos modernos y que nos ha hecho reflexionar sobre los verdaderos valores de la vida.
Ahora nos toca enfrentar el futuro de otra manera, con más sensibilidad. Y sin ninguna duda, con una tecnología siempre más orientada a la inclusión social.